sábado, 11 de junio de 2016

Recordando a los niños vendedores de periódicos

Repartidor del diario "Heraldo de Madrid"

Un fenómeno que no solo se dio en España sino en muchos países fue el de los niños vendedores de periódicos. Aunque su presencia ya no se observa en nuestros días, fue sin embargo durante largas décadas un fenómeno central en la actividad de este gremio, y en la relación que el resto de la sociedad tuvo hacia él. Por más que existiera presencia de trabajadores adultos, eran los niños el centro de la atención pública, la denuncia y los programas de acción. Por mucho tiempo, fue el oficio callejero típicamente infantil.
Estos chicos venían generalmente de las familias más pobres. Ganaban muy poco al día y trabajaban muchas horas. No trabajaban contratados para el periódico, sino que compraban los ejemplares al editor y luego los vendían, trabajando como agentes independientes. Si no vendían todos sus periódicos perdían dinero. Se paraban en las calles y gritaban la historia principal del día o bien la cabecera de la publicación a vender.
Surgió en nuestro país a finales del siglo XIX, coincidiendo con el auge de la industralización y  al surgimiento de grandes empresas periodísticas, favorecidas desde el poder y que servirán de apoyo a la nueva situación política.

Repartidor del diario "L'Opinió"

Son los tiempos de la llamada restauración. La nueva prensa se caracteriza, por un lado, por la abundancia de información, mejor, variada y más extensa, alimentada por corresponsales en cada capital de provincia y en capitales de Europa, con noticias telegráficas y a veces dos ediciones: una por la mañana y otra por la noche. Por otro, contienen gran variedad de secciones como sucesos, negocios, anuncios, extractos de sesiones de Cortes, viajes y entrevistas, espectáculos, artículos literarios, obras poéticas, cuentos, folletines y crítica, entre otros.
La presencia de estos niños se debía además a la inexistencia de una clase media y al fuerte contraste que había entre ricos y pobres. O bien eran autóctonos de los barrios populares o bien eran hijos de la inmigración obrera que, procedente de las regiones más míseras, había venido a trabajar en la obra pública o en las industrias de las grandes capitales como mano de obra.
Este fenómeno se mantuvo en España durante muchos años, hasta los años sesenta del pasado siglo, cuando gracias al llamado Desarrollismo mejoró la economía de la población y surgió una nueva clase media. Desde entonces el trabajo infantil fue retrocediendo rápidamente hasta desaparecer, eliminando consigo el oficio de repartidor de periódicos.

Repartidor del diario "Arriba"